¿Alguien en la sala entiende qué ocurre con la recaudación?

Se acababa de cerrar el aciago año 2020 y algunos especialistas en la cuestión fiscal se seguían preguntando cómo era posible que, con todo lo que habíamos pasado, los ingresos por el IRPF hubiesen aumentado respecto a 2019. Algún truco debía haber en los datos para que, cuando todos los ingresos caían (el Impuesto sobre Sociedades más de un 30%, los impuestos indirectos por encima del 11%), el IRPF, afectado por el cierre de empresas, por la ausencia de turismo y por mil problemas más, hubiese sido capaz de generar más ingresos que en el año anterior.

Y este no es un caso aislado. Ahora mismo, sin ir más lejos, estamos viendo cómo muchos analistas asisten asombrados a un crecimiento de la recaudación superior al 18% (datos acumulados hasta abril). En 2022 existe el comodín de la inflación, pero, descuéntese lo que se quiera de inflación, que el dato seguirá siendo extrañamente alto. ¿Qué ocurre? ¿Por qué la recaudación no se comporta como dicta el sentido común? ¿Por qué parece evolucionar al margen de la coyuntura económica?

Tanto un caso como el otro están explicados en los informes de recaudación que periódicamente publica la Agencia Tributaria (Agencia Tributaria: Recaudación tributaria). El informe anual de 2020 decía en el apartado dedicado al IRPF:

“Los ingresos por IRPF alcanzaron en 2020 la cifra de 87.972 millones, un 1,2% más que en 2019. Detrás de este crecimiento en un entorno tan negativo están, por un lado, los diferentes mecanismos de apoyo a la actividad (ERTE, ayudas a autónomos) que permitieron suavizar la pérdida de empleo y, por otro, el aumento de las retenciones en el sector público, tanto por salarios como por pensiones. Además, el impuesto en 2020 se vio favorecido al compararse con el año 2019, en el que se realizaron la mayor parte de las devoluciones que se derivaron de la sentencia que declaró exentas las prestaciones de maternidad. En conjunto, esta y otras medidas aportaron casi 1.100 millones al incremento de los ingresos (sin ellos el crecimiento de la recaudación se reduciría a cero).”

Por su parte, el informe mensual de abril de este año se refería a las causas del crecimiento de esta manera:

“En el conjunto de los primeros cuatro meses el fuerte aumento de los ingresos se concentra en las retenciones del trabajo, en el IVA y, en menor medida, en el Impuesto sobre Sociedades. Las causas subyacentes son: el crecimiento del empleo, el incremento de salarios y pensiones con la consiguiente subida del tipo efectivo, la mejora del gasto acompañada de los aumentos de precios y, en el caso del Impuesto sobre Sociedades, el menor importe de las devoluciones realizadas.”

Como se ve, no hay nada misterioso en el comportamiento de la recaudación. No es comportamiento simple, directo, sin matices, pero no es inexplicable.

Los informes de recaudación han formado siempre parte de las labores de los responsables de la recaudación. Hasta la creación de la Agencia, era el Ministerio de Hacienda el que se ocupaba de su publicación; después fue la Agencia la encargada de divulgar la recaudación y de intentar encontrar las causas que explicaban su evolución.

Si uno consulta los informes que se hacían en los años 80 o en los 90, se encontrará que gran parte de las explicaciones tienen que ver con cuestiones de la propia gestión de los impuestos, tan relevantes a la hora de analizar la recaudación. Solo hay que detenerse en los dos párrafos citados anteriormente para darse cuenta de su importancia todavía hoy (las devoluciones de las prestaciones por maternidad que se hicieron 2019 o el momento en que se realizan las devoluciones del Impuesto sobre Sociedades). Pero ya en la primera década de este siglo, con la mayor accesibilidad a la información en tiempo real, los informes se fueron enriqueciendo con datos de carácter económico que permiten explicar la recaudación, no solo eliminando los factores derivados puramente de la gestión, sino también ligándola a la evolución de las bases imponibles y de los tipos.

Y esta es la situación actual, el informe de recaudación sigue siendo la fuente básica para saber cómo van los ingresos, pero además se acompaña, por una parte, de instrumentos para interpretar mejor la evolución sin el impacto de los cambios en la gestión (los ingresos homogéneos cumplen esa función, como también el resumen de los cambios normativos más relevantes y de los tipos vigentes en los principales impuestos) y, por otra, de la información de bases y tipos necesaria para saber de dónde salen esos ingresos. Aparte del tradicional comentario sobre la evolución de la recaudación y cuadros resumen, con el informe se ofrecen las series mensuales de ingresos (desde 1995, con el detalle por impuestos y, dentro de ellas, por figuras) y, trimestralmente, coincidiendo con la presentación de las declaraciones de las pymes, las series de bases imponibles, impuestos devengados y tipos. En este fichero se pueden encontrar datos tan diversos como la masa salarial del sector privado o público, la masa de pensiones, los tipos efectivos sobre salarios o pensiones, los beneficios declarados por las sociedades, el gasto sujeto al IVA, los litros de gasolinas y gasóleos consumidos o el número de cajetillas de cigarrillos vendidas. Y no solo eso, sino también todo el proceso de paso desde la generación de las bases hasta la llegada de los ingresos a las arcas públicas. En definitiva, el informe de recaudación intenta reunir, de la forma más accesible posible, toda aquella información que ayude a poder interpretar la recaudación basándose en datos, sin tener que acudir a lugares comunes o ideas preconcebidas.

Rafael Frutos Vivar

Subdirector de Presupuestación y Seguimiento de los Ingresos Tributarios en la AEAT

Deja una respuesta

Los comentarios serán moderados para poder ser publicados

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Gracias