A todos nos han preguntado de pequeños qué queremos ser de mayor… La respuesta tradicional es médico, policía, bombero, futbolista o astronauta. Pero seguro que ningún niño o niña respondería “inspector de hacienda” o “interventora del Estado”.
Bueno, salvo la hija de una compañera inspectora que jugaba con sus amigas a las tiendas y les pedía, cada vez que les compraba algo, una factura con IVA (la madre es inspectora, obviamente, que para eso la tradición dice que la educación empieza en casa).
Conforme crecemos, la realidad y la racionalidad acaban con nuestras ilusiones de la infancia y, el que no tiene una vocación muy marcada, acaba tomando caminos muy diferentes a los que soñaba (en el caso del futbolista, es la realidad la que te pone en tu sitio y entonces pasas a creerte entrenador virtual de tu equipo favorito.…). Elegimos una carrera (un grado o un Máster) y vamos viendo las materias que más nos encajan, unas veces porque se nos dan bien y otras porque encontramos un referente (profesor, familiar, amigo…) que nos informa y nos arroja un poco de luz sobre lo que nos espera. Y es ahí dónde uno toma realmente la decisión que va a marcar el resto de su vida. A qué se va a dedicar los 40 largos años que, en condiciones normales, dura una vida profesional.
¿Y por qué no estudiar oposiciones? ¿Por qué no ser funcionario? ¿Por qué no en Hacienda? Muchas personas dan la misma respuesta: sí, estaría muy bien, pero las oposiciones no son para mí. Yo no aprobaría. Y lo que no saben es que eso no es verdad. Los que somos funcionarios sabemos bien que estudiar oposiciones supone mucho esfuerzo, pero ni somos más listos que los demás, ni tenemos súper poderes. Simplemente nos hemos puesto un reto y hemos tenido la constancia y el tesón para conseguirlo. No necesitas más que disciplina y cabezonería y por qué no decirlo…. Que las musas te sonrían. Pero si insistes, acaban sonriéndote seguro.
Hay tres factores que toda persona debe considerar a la hora de plantearse ser funcionario.
El primero, si estás dispuesto a sacrificar los años necesarios para preparar los exámenes de la oposición. Si la materia elegida te gusta, las jornadas de estudio son largas pero se llevan bien. Pero el camino es largo, pasan las semanas, los meses e incluso los años y uno empieza a dudar al ver a los amigos ya trabajando. Pero la realidad es que, aunque el esfuerzo es enorme, la disciplina y el amor propio hacen el resto… y por supuesto, el hecho de contar con buenos preparadores y compañeros anima.
El segundo factor fundamental es conocer qué te espera cuando apruebas la oposición. Por un lado, ser funcionario es ser servidor público. En Hacienda igual no somos la primera línea de la función pública, no somos sanitarios ni policías ni bomberos… pero sin el trabajo que hacemos, en recaudación de impuestos y en la buena gestión del gasto público no sería posible tener la sociedad que tenemos. Pero, además de ese componente moral, la Administración del Estado es el máximo exponente de la conciliación familiar, la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y la compatibilidad entre vida profesional y personal. En los 23 años de funcionario, no he visto ni un solo caso en el que se haya discriminado a alguien por su género, ni se haya limitado la carrera profesional por tener hijos o mayores a cargo. Todo lo contrario, la conciliación familiar es uno de nuestros pilares. Los horarios son lógicos y flexibles. Por supuesto tenemos que hacer las horas que corresponden y hay mucho trabajo, pero la vida personal, la conciliación y la flexibilidad horaria se respetan siempre. Por otra parte, uno no se hará “rico” en la Administración pero las retribuciones son suficientes para vivir de forma cómoda. Y por supuesto, el puesto de trabajo es seguro, puesto que la condición de funcionario se mantiene para toda la vida salvo por circunstancias excepcionales.
Y el tercer factor es decidir a qué me voy a dedicar el resto de mi vida. ¿Por qué Hacienda? Lo primero es que te guste, obviamente. Esta es condición necesaria, pero también hay que matizar que cuando se habla de Hacienda se habla de un mundo con muchísimas opciones, la Aduana, la Inspección, la recaudación, el Catastro, la Auditoría Pública, etc. Un mundo en el que es fácil cambiar de puesto y buscar el tipo de trabajo que se adecúe a tus preferencias (es fácil moverse dentro de la casa y es fácil probar distintos puestos antes de llegar al que más te gusta). También es sencillo moverse dentro de la geografía española y, por otra parte, el Ministerio es posiblemente la punta de lanza en la Administración en materia de transformación digital y nuevas tecnologías.
A esto se une el hecho de que en Hacienda tenemos el privilegio de contar con la Escuela de la Hacienda Pública del Instituto de Estudios Fiscales. Una vez que apruebas la oposición, pasas a realizar un curso de especialización en el área a la que has opositado. Así, los conocimientos y actitudes demostradas en la oposición se complementan con una formación en competencias para aplicar tus conocimientos, una formación en habilidades personales y profesionales y una visión estratégica e institucional de tu futuro puesto de trabajo. Pero además es una etapa en la que haces “promoción” con los compañeros que te van a acompañar toda la vida tanto a nivel profesional como muchas veces personal. Los amigos de la promoción son para siempre e incluso sale más de una boda en cada curso (aunque también algún divorcio). Pero tenemos que poner en valor que existen muy pocas instituciones públicas o privadas en el mundo que tienen el lujo de formar a sus futuros trabajadores durante meses. Es la propia organización la que se encarga de preparar, con suficiente tiempo y recursos, su talento humano.
Y el momento de opositar es ahora. Se esperan muchas jubilaciones en el corto plazo y hay que reponer las vacantes. Las previsiones de plazas ofertadas en los próximos años son fantásticas. De hecho, ya lo están siendo. Como ejemplo, las plazas ofertadas para nuevos funcionarios en el Cuerpo Superior de Inspectores de Hacienda se han multiplicado casi por 4 (de 27 plazas en 2014 a 102 en 2021) Y las previsiones para los próximos años apuntan a más de 1700 plazas en el total del área de Hacienda, al menos hasta 2025. Estamos en un momento único para conseguirlo. Ahora no compites con nadie por una plaza, sino más bien contigo mismo para llegar al nivel exigible.
En definitiva, la opción de ser funcionario de Hacienda, aunque no estaba en nuestros planes cuando éramos niños es una oportunidad de tener una vida personal y profesional magnífica. Por supuesto requiere un esfuerzo, las oposiciones son duras, pero asequibles, y la recompensa por aprobar se disfruta durante toda tu vida.
Ignacio Corral Guadaño
Director de la Escuela de la Hacienda Pública
Muy buen artículo, mientras lo leía iba pasando la vida del Ministerio de Hacienda de Paraguay delante de mis ojos…si bien no se le llama oposición, sí tenemos un proceso para acceder a un puesto: i) pasantía universitaria de ciertas carreras para alumnos con promedio de 3,5 para arriba (promedio en Py va de 2 a 5), pasan por riguroso proceso de selección, ii) llamado a concurso de los que fueron pasantes universitarios, nuevamente con riguroso examen de selección, iii) para cada puesto riguroso examen. Sin embargo, se abren las oportunidades a hacer carrera…Muchos de los ex-pasantes del Ministerio de Hacienda actualmente se encuentran en cargos directivos: Directores Generales, Viceministros, Ministro de Hacienda y hasta Ministr@s de otras carteras del Estado.
La carrera del funcionario de Hacienda es exigente desde el inicio y requiere de formación continua.
Cuántas verdades revela este artículo, gracias por escribir y dar a conocer los desafíos, oportunidades y las grandes satisfacciones de ser funcionario de Hacienda, así también muestra las gestiones de la Hacienda española y del Instituto de Estudios Fiscales, buenas prácticas dignas de imitar.
Comparto las palabras que cruzamos con un amigo al leer este artículo, como funcionarios de hacienda “ejercemos el oficio que no soñamos, pero que ahora nos permite soñar y alcanzar muchos de esos sueños”
¡Felicidades por su artículo estimado Ignacio Corral!